Una las metas que se pueden alcanzar a través de la práctica de yoga es el equilibrio, y trascendencia a un plano más armonioso y más elevado de consciencia. Mediante la observación de diferentes aspectos de nuestra individualidad durante la práctica podemos reducir el riesgo de posibles lesiones.
La mayoría de las lesiones se originan desde los siguientes puntos:
1.- La actitud
Las lesiones ocurren con menos frecuencia en aquellas personas que tienen una actitud devocional hacia su práctica, una actitud de entrega, de aceptación, honestidad y de rendición. Nos lastimamos cuando aparecen las actitudes equivocadas, por diferentes razones, como por ejemplo: cuando se observa una actitud competitiva, de avaricia, de querer, de apuro, de expectativa, de insensibilidad, o de apego a los resultados de la práctica. Es allí cuando el ego interfiere exigiendo resultados, “eso no es yoga”. Cuando esto ocurre lo más probable es que nos salgamos de foco y extralimitemos nuestro esfuerzo.
Asana no significa ejercicio, asana significa postura, y en yoga no existe el movimiento durante la postura. Entras y sales de las posturas con movimiento y la respiración adecuada, pero durante la postura solo existe la respiración, la relajación y la atención, la firmeza. Cito las palabras del gran sabio Patanjali: “Sthir Sukkam Asanam” = “La asana debe ser firme y relajada”, ese es el enfoque correcto. La firmeza y el confort deben estar presente en la musculatura y en la condición mental. Estos dos aspectos son interdependientes: mente relajada equivale a un cuerpo relajado y viceversa. “Te relajas con esfuerzo y te concentras en el infinito”.
2. La alineación
Durante la clase le estas pidiendo al cuerpo moverse hacia su máximo alcance de moción posible, y si no nos enfocamos a tener una buena alineación seguiremos viendo lesiones. Algunas de ellas se verán solo en el tiempo cuando ya hemos adoptado “mañas”. Esas malas posturas que se hacen por un espacio de tiempo importante se quedan grabadas, y allí es cuando veremos aflorar las consecuencias en forma de lesiones.
3. Lesiones previas
Las lesiones viejas -particularmente en las articulaciones- son muy vulnerables, y tienden a repetirse; tardan mucho en sanar e impiden en algunos casos continuar con la práctica de yoga-asanas.
El maestro le debe preguntar a las caras nuevas en el salón si tienen alguna lesión así se crea que nos es importante, sin embargo, a veces no lo hacen, por lo que el practicante debe informar al instructor de su lesión antes de la práctica, y así saber que hacer y hasta donde llegar.
Más importante aun son aquellas condiciones de salud física del practicante tales como: cardiopatías, cirugías previas, tensión alta o baja, glaucoma, hernias, fracturas, entre otras.
Lesiones Previas Ocultas
Llegar a la practica de yoga con una lesión desconocida es un factor de riesgo importante, por eso es recomendable que las personas que se inician lleven a cabo una práctica enfocada y consciente a la escucha del cuerpo y la respiración, y siempre tomar clases introductorias para así ir evaluando y ajustando el cuerpo.
En estos tiempos, y con mucha frecuencia, he notado que los médicos envían a sus pacientes a hacer yoga como parte del proceso de curación y recuperación del individuo, esto es un tema bien difícil porque hay condiciones que la práctica de yoga asanas ya no puede aliviar, y por el contrario podría hasta empeorar si no se toman las medidas correspondientes. Una práctica asidua de yoga evita enfermedades porque trabaja a nivel energético, balancea y armoniza el ser en su totalidad. En estos casos los alumnos con ciertas condiciones físicas importantes deben acudir a un yoga terapeuta, y si el alumno viene remitido por su medico debe haber un permiso medico para hacer yoga, sin embargo, la responsabilidad en este caso recae sobre el alumno.
4. Señales de peligro
La primera señal de peligro es tu respiración. La respiración es el factor fundamental de la práctica de yoga. Si tu respiración se torna exagerada, tanto así que tienes que abrir la boca para respirar, esta es una señal de que estas fuera de control, fuera de foco y más allá de tu límite. La respiración no debería variar su ritmo durante la práctica. Debemos disminuir la velocidad de la respiración en las posturas más difíciles, y siempre podemos resguardarnos en la postura de descanso para recuperar el patrón respiratorio inicial. Nos empeñamos en exagerar el ritmo de la practica dándole fuerza a la vieja creencia de que “mientras más sudo mejor”.
Otra señal de peligro es cuando sentimos que la postura esta por colapsar en vez de ascender, o cuando temblamos más allá de nuestro control, lo que se debe a factores tales como poca fuerza muscular o que estamos poniendo demasiada e innecesaria tensión para hacer la postura.
5. La transición de una postura a otra
Nunca se toma en cuenta que la mitad de la práctica consiste en entrar y salir de posturas. Estos dos espacios si no los llevamos a cabo con control y aplicamos la respiración adecuada se convierten en factores de riesgo. La inhalación se asocia con la fuerza, y la exhalación con la relajación.
6. El autoconocimiento
Este es otro aspecto esencial. Con la práctica asidua se va desarrollando la consciencia de nuestra individualidad y el entendimiento de nuestra capacidad; el autoconocimiento te lleva a la auto-aceptación, lo que te va a indicar cuando seguir o cuando parar.
El límite de “hasta donde debo llegar” es una línea muy delgada con frecuencia invisible y muy fácil de transgredir. Si no poseemos “la actitud apropiada” lo más probable es que crucemos esa línea.. Debemos esforzarnos para llegar hasta ella, pero nunca forzar mas allá. Allí es donde se manifiesta la capacidad de discernimiento del individuo y consecuentemente la aceptación de nuestras limitaciones.
“El umbral individual” es ese limite que debe ser respetado, y ese límite no es siempre el mismo, varía de hoy para mañana dependiendo de muchos factores como por ejemplo: la dieta, el descanso adecuado, y las emociones entre otras.
Respetar nuestras limitaciones en vez de forzar. Si forzamos distorsionamos la postura y termina siendo una postura fea. En cambio una postura hecha con integridad y respeto hacia nuestras posibilidades es una postura mucho más bella que aquella basada en el ego, o basada en la competencia y comparación.
Somos seres individuales inherentemente unidos profundamente. Nuestra naturaleza es pertenecer como un todo, no es la separación. Cuando te comparas o compites te divides.
7. Conseguir un buen maestro
Creo que lo que hace que un maestro sea bueno es “su profundo respeto por la individualidad de cada alumno”. Un buen maestro es aquel que percibe las limitaciones y necesidades de cada alumno; un buen maestro es aquel que lleva su práctica mas allá de las rigideces; es aquel que siempre tiene tiempo para aclarar dudas después de la practica o para sugerir en privado modificaciones necesarias”.
Un buen maestro debe ser capaz de generar un ambiente donde las necesidades y/o limitaciones individuales sean respetadas.
Conclusión
La mayoría de estos factores de riesgo nos remiten al punto numero 1 : “La actitud”. Si no existe una actitud de entrega, de aceptación, de honestidad y de rendición por parte del alumno y del maestro, el riesgo a las lesiones será inminente.
Por: Maria Luisa Chirpman
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