lunes, 14 de diciembre de 2015

B.K.S. Iyengar

Bellur Krishnamachar Sundararaja Iyengar 

(14 de diciembre de 1918 − 20 de agosto de 2014)



Fue el creador del estilo Iyengar, una práctica sanadora le permitió alargar su vida hasta los 92 años. Tenía la teoría de que si todo el mundo hiciese yoga, no harían falta las farmacias y la esperanza de vida sería más alta. Este lunes habría cumplido 94 años.

Su vida no fue fácil. Mucho menos su infancia, con múltiples problemas que casi le cuestan la vida en varias ocasiones. BKS Iyengar nació en una familia pobre de India, en la localidad de Bellur, cuando todavía era colonia británica y en un momento en el que la población se encontraba inmersa en una epidemia de gripe, por lo que llegó enfermo al mundo y muy débil, lo que le provocó muchos problemas en los primeros años de vida.

Contrajo muchas enfermedades de gravedad. La malaria, la tuberculosis y la fiebre tifoidea, entre otras, hicieron mella en su cuerpo que se iba debilitando poco a poco. También su mente, ya que había perdido a su padre cuando tenía nueve años. Quizás era por eso por lo que cuando le preguntaban por la muerte le restaba importancia.

A raíz de quedarse huérfano, fue su cuñado el que se hizo cargo de BKS Iyengar. Se marchó a vivir con el conocido yogui Sri Tirumalai Krishnamacharya de Mysore, con el que aprendió la práctica de ásana y mejoró considerablemente su salud hasta el punto que casi se sobrepuso del todo.

Fue Krishnamacharya el gran artífice del éxito posterior de su cuñado. Fue él quien animó a BKS Iyengar a mudarse a Pune para enseñar yoga cuando no tenía ni 20 años. En una de las ciudades más grandes de India dedicó muchas horas a aprender las técnicas del arte de la meditación y experimentó con sus clases, en las que mezclaba su sabiduría, su disciplina y su carisma con la pasión por el yoga. Poco a poco fueron incorportándose más y más alumnos hasta convertirse en un gran maestro.
Viaje a Occidente

Las artes de BKS Iyengar se habrían quedado de buen seguro en India si no llega a ser por el violinista Yehudi Menuhin, que acabó convirtiéndose en uno de sus mejores amigos. El estadounidense había oído hablar del yogui y le invitó a Bombay en un viaje que realizó a India. Tuvieron una larga conversación de varias horas y le convenció de que tenía que exportar su técnica al mundo ocidental diciéndole que sus enseñanzas habían cambiado por completo su forma de tocar.


A partir de entonces se dedicó a viajar por Europa y América. Ofreció conferencias, clases y demostraciones, teniendo claro desde el principio que cualquiera podía practicar yoga. Entrenó a cientos de profesores, que todavía hoy transmiten con entusiasmo sus enseñanzas.

En 1966 publicó "Luz sobre el yoga", con el que abrió los ojos del mundo hacia el yoga y que traducido a 17 idiomas. Pronto le siguieron otros títulos como "Luz sobre el Pranayama", "Luz sobre los Yoga Sutras de Patajanli" hasta formar una lista de 14 libros que son considerados como las escrituras más completas e importantes del mundo del yoga

A pesar de su éxito, nunca dejó India. De hecho, en 1975 abrió en Pune el Ramamani Iyengar Memorial Yoga Institute, en memoria de su esposa fallecida, del que se encargan su hija Geeta y su hijo Prashant, que se han ganado el reconocimiento internacional como maestros del yoga. Iyengar dejó en sus manos su legado, aunque nunca se apartó del todo de la meditación. En 2004 fue considerado una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time y ha sido candidato al premio Nobel de la Paz.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Movimientos lentos ¿Por qué?





Desde hace algún tiempo he querido escribir acerca del tema de “movernos lentamente” y de como con ello se puede construir/lograr/obtener una mejor coordinación en la ejecución de nuestros movimientos, y no hablo de ejecutar preciosas chaturangas en nuestra practica o ir de un asana a otra de manera fluida y lenta, hablo de patrones sencillos como agacharnos, levantarnos y andar, en fin, movimientos cotidianos,  aquellos que cuando lo vemos hacer nos parecen imposibles o fuera de nuestro alcance;  entonces nos vienen dudas a la cabeza acerca de cuál es la mejor manera realizarlos, si con “movimientos rápidos y fuertes” o “suaves y gentiles”. En este escrito encontraran algunas respuestas en torno a este tema.

Diversos argumentos apoyan la idea del uso de movimientos lentos y gentiles para desarrollar/mejorar/maximizar la coordinación en nuestros movimientos,  la base de esos argumentos es —para aquellos más científicos y menos esotéricos— la llamada Ley de Weber-Fechner, que describe la estrecha relación existente entre la magnitud de un estímulo físico y la capacidad de nuestro cerebro para detectar/saborear/discriminar pequeñas y sutiles diferencias en  ese estimulo.  La regla básica establece que en la medida que incrementas el estímulo, la habilidad que el cerebro posee para diferenciar ese estimulo que está recibiendo decrece. Realmente es algo de sentido común lo que plantea esta ley, vamos a imaginarnos que estamos en un cuarto obscuro con solo un par de velas encendidas, sería muy fácil notar si de pronto se encienden paulatinamente una vela a la vez, pero que pasa si estas en un cuarto con cientos de velas encendidas (además del calor inclemente) no serás capaz de notar cuando se enciendan nuevas velas porque tu capacidad de percepción decrece.

Esta regla aplica con variedad de estímulos sensoriales, incluyendo el esfuerzo muscular; imagina que sostienes un saco de naranjas con tus brazos con los ojos cerrados, si de pronto un grillo decide posarse sobre tu brazo no podrás notar la diferencia de peso o incluso sentir el ligero cambio en la textura que proporciona el toque de ese grillo en tu brazo, para que puedas sentir ese estimulo tendría que tratarse de un estímulo mas relevante, algo como que sea un gavilán el  que decida posarse sobre tu brazo. El punto es que, si de un estímulo como el peso pasas de 1kg a 50kg de golpe tu cerebro se volverá 50 veces menos sensible al aplicar el esfuerzo muscular requerido para levantar ese peso.

¿Por qué es importante esto?  Simple, si quieres moverte de manera eficiente en tu practica física, tienes que estar consciente cuando estás aplicando más esfuerzo del necesario. Cuando disminuimos la velocidad en la que nos movemos incrementamos la habilidad de diferenciar el esfuerzo muscular necesario para ejecutar el movimiento, por lo tanto incrementamos la capacidad de nuestro cerebro para detectar y corregir cualquier exceso de esfuerzo innecesario.  Esto lo podemos aplicar en cualquier patrón de movimiento simple donde es necesario que nuestros músculos actúen en forma conjunta. Cuando un grupo muscular extiende y otro es responsable de la contracción, la velocidad puede ser un factor de entropía ya que al movernos rápidamente mientras “aprendemos” un movimiento puede ocurrir que nuestro cerebro envíe señales erróneas a nuestros músculos y contraigamos un grupo muscular cuando realmente necesitamos relajarlo, por ello el énfasis en realizar movimientos lentos durante el aprendizaje hasta por fin adueñamos de dicho movimiento.

La idea detrás de esta ley (Ley de Weber-Fechner) es que mediante movimientos lentos y conscientes desarrollemos un mapa cerebral más claro del movimiento ya que el cerebro como un todo y refiriéndose a partes físicas y especificas del cerebro son los responsables directos de detectar/reconocer/regular el movimiento de ciertas partes en nuestro cuerpo, son estas áreas del cerebro las que se encargan de desarrollar/optimizar los enlaces neurológicos que nos permitirán luego obtener un feedback más claro de lo que nuestro cuerpo realiza, lo que luego nos permitirá avanzar en la complejidad de los movimientos.

In Movement complexity is the King” Ido Portal

En resumen, con el uso de movimientos lentos el cerebro podrá construir un mapa de información más detallada y refinada, así mismo ese mapa lo empezamos a visualizar en “alta definición”, es como aplicar zoom y de pronto las direcciones son más claras y tenemos más información para movernos alrededor y de pronto unir un movimiento con otro se hace más fácil y el aumentar la velocidad es posible cuando desarrollamos un poderoso “GPS” en nuestro cerebro.


La invitación es a movernos lentamente en nuestro “mat” de forma consciente sin apresurarnos en ya que muchos llegamos a esta actividad a una edad adulta,  donde el reto es reconectar esas áreas de nuestro cerebro  con el movimiento de una manera curiosa, exploratoria y sobre todo en forma de “juego”, por ello que saltarse pasos no es recomendable y hablando específicamente del yoga respetemos el proceso que sutilmente es sugerido en forma de “clases básicas” y  “clases multi-nivel”, como dice el dicho “lento pero seguro”.

Escrito por: Abdón Urbina